martes, 27 de diciembre de 2011

El sexo sin amor es una experiencia

vacía. Pero como experiencia vacía 

es una de las mejores.



Quería ser lo mejor que habías tenido en tu años de locuras y experiencias desastrosas, quería ser la mujer que te hiciera sentar la cabeza.Que imbecil, siempre me consideraste una niñata con aires de superioridad, para que mentir.Pero al igual que acertaste en todo lo demás, te equivocaste en una cosa. Creíste que jamás me enamoraría de alguien como tú, que no sería tan estúpida. Que poco me conocías, estúpida es mi segundo nombre, y me enamoré, por supuesto que me enamoré¿Cómo no hacerlo?.Eras todo lo que una chica de 16 años podía desear, con esa altura imponente y la sonrisa asomando siempre en la comisura de tus labios. Besabas de una forma que me hacía perder hasta la vergüenza y cuando me susurrabas todas esas guarradas al oído, parecía que temblar era lo único que sabía hacer.Supongo que no tuviste en cuenta el factor encanto, porque cariño puedes llegar a ser jodidamente encantador, aunque parezca mentira.A partir del segundo mes me tenías completamente a tus pies, sin remedio, besando el suelo que pisabas.Pensé que tú sentías al menos un eco de aquel amor que me abrasaba, pero claramente no era el caso, y terminé con el corazón echo añicos mientras que tu te volvías encantado en otras sabanas,una vez más.

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