viernes, 29 de julio de 2011

SIEMPRE SERÁS MI PEQUEÑA.
Quererte como si fuera la cosa más normal del mundo es la mejor sensación que he experimentado en mi vida después de sentir como te  retuerces bajo las sabanas de mi cama. Me he enamorado del sonido que haces al beber café y de la séptima peca de tu mejilla izquierda.Ha pasado a depender de tu sujetador de encaje negro y de las arrugas que se te forman en estomago cuando estás sentada. Pero lo que más me impresiona de todo es la manera que tienes de simplificar tanto las cosas, para ti el mundo se divide en dos aspectos : estamos nosotros y el resto.
Era de noche, tarde, tal vez demasiado, ya sabes siempre hago las cosas demasiado tarde. Fui la última de toda la guardería en aprender ha andar, me chupé el dedo hasta los 7 años,  los ruedines desaparecieron cuando tenía 8  y  mi primer beso no llegó hasta los 14. Soy de esas personas que cuando el amor las atrapa, vuelan. No me preguntes porque, puede que sea instinto básico, no querer amar aunque duela. Pero esa noche me salté las barreras, por ti, por mi, por dejar un rincón donde las emociones salían a flote.Te lo dije, es horrible estar enamorado, es la peor sensación del mundo, o la mejor según lo veas, las mariposas que revolotean en tu estomago jamás tienen sueño, es algo a tener en cuenta, pero tus besos en l,a parte inferior de mi mandíbula también son algo a tener en cuenta.

Cierran los ojos y se besan en los labios lentamente, pausados. Un beso eterno que, si por ellos fuera, duraría infinito. Sin horizontes. Sin huellas. Sin límites.