jueves, 13 de octubre de 2011



Cada una de las veces que has sonreído, cada una de las veces que por más que querías no has podido hacerlo, cada una de las personas que han pasado a formar parte de tu vida, algunas que han llegado para quedarse y otras que se han convertido en tristes recuerdos, algunas que no llegas a conocer siquiera y otras que acabas conociendo más que a ti mismo. Perder a alguien para encontrar a alguien mucho mejor. La ilusión de poner el diente debajo de la almohada y mirar con el rabillo del ojo haber si por fin conocías al famoso Ratoncito Pérez. Las veces que mentiste a tus padres diciendo que habías visto a los Reyes Magos, y todas las veces que mentiste a los Reyes Magos diciendo que habías sido buena. Las hostias que te han dado, algunas muy injustas pero otras increíblemente merecidas. El primer día que te quedaste sola en casa, y cuando por fin te dieron tus propias llaves. Aquella vez que perdonaste, y cuando tuviste que pedir perdón. Apurar rápido la escritura para acabar de copiar el work book a tu compañero antes de que entre en clase la profe de inglés, las bolas de papel, las cartas, los dibujos en la pizarra, los castigos, las libretas de copias, y ese examen que no merecías suspender. Las clases más divertidas y también aquellas en las que parece que no pasa el tiempo. El primer vestido, los primeros tacones, tu primer concierto, la primera noche de fiesta y conseguir entrar por fin en aquella discoteca. Las llamadas a tus padres para que te dejen un ratito más, por pequeño que fuera. Tu primera fiesta sorpresa y todas las veces que has soplado las velas. Cuando casi quemas la cocina intentando cocinar. Lo que nunca dices, todo lo que has dicho, y lo que te hubiera gustado callar. La alegría de los viernes cuando acaba la semana, y la pereza de cada lunes. Las tardes de café, las buenas compañías, comerse el mayor número de pipas por segundo. Esa vez que te hicieron sentir especial y también aquel día que te hicieron tanto daño que no pudiste evitar llorar. Los domingos de resaca. Los baños relajantes y ver tu peli favorita envuelta en una manta. El primer amor y los besos inocentes a escondidas en el patio del colegio. Cada uno de tus amores seguidos de más besos, cada vez menos inocentes. La vez en que decidiste entregarte a alguien en aquella pequeña habitación. Aquella noche en la que salio el sol. Los nervios de la primera vez, las dudas, el miedo, y como conseguiste vencerlo. La primera vez que formaste con alguien un ''nosotros'' y cuando viste con tus propios ojos como se rompía. Cuando aprendiste a querer, pero sobretodo cuando te tocó aprender a olvidar. Las noches sin dormir, llorando, cuando decidiste que el helado de chocolate era un gran amigo. El apoyo de los tuyos, los de verdad, en los momentos más duros. La vez en la que alguien te abrió los ojos y te enseño tus defectos, aquellos que intentaste poco a poco mejorar. Asomarse un día por la ventana y sonreír porque hace sol o asomarse otro día y al ver que no para de llover sonreír porque puedes volver a meterte en la cama. Cuando cantaste con todas tus fuerzas aquella canción que tanto te gusta, aun sabiendo lo mal que lo hacías. Cuando gritaste hasta quedarte sin voz. Cuando reíste hasta que te salieron agujetas en la barriga. Cuando saltaste hasta que te dolieron los pies. Cuando sentiste hasta que te dolió el corazón. Cuando lloraste hasta que se te acabaron las lagrimas. Cuando te tocó seguir adelante, aunque en aquel momento no te apeteciera, porque te diste cuenta que el mundo no se para, ni te espera. Aquel día en el que llego una muerte cercana, dolorosa, de algún familiar y entonces la repentina decisión de empezar apurar cada latido como si fuera el último, como si no hubiera mañana. Cada uno de los errores cometidos a lo largo de tu vida y ver como puedes aprender de ellos.
No, no me arrepiento de nada.

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