sábado, 7 de abril de 2012

Nadie puede darme lo que tu solías conseguir con solo rozarme las pupilas.La imaginación se disparaba y nos poníamos a pensar en los miles de planes de futuro bañados en un "para siempre". Me inventaba los nombres de nuestros hijos mientras tu me hacías cosquillas en el hueco del cuello con tu respiración entrecortada. Me besabas despacio por todo el cuerpo, delimitando los contornos de mi piel y haciéndola tuya. En nuestra lista de la compra solo había escritas dos palabras: condones y amor, mucho amor. De ese que endulza la sal. Las tardes de domingo nos tirábamos en tu sofá y dejábamos que el cansancio y la rutina nos pillaran abrazados, juntos, enamorados.Las comidas siempre se enfriaban, éramos incapaces de llegar al segundo plato sin desvestirnos el uno al otro. Salir de las cuatro paredes de tu habitación se posponía una y otra vez entre tus manos, arañándome las ganas de comerte allí mismo. Pero todo se acaba, aunque pensáramos que lo nuestro era único, distinto, para siempre.Nos engañamos con besos indebidos  y amor a tragos largos. Pero todo se acaba y lo nuestro no era una excepción. Ahora busco engancharme de alguien que me aleje de tu recuerdo y haga que la magia vuelva de nuevo. Busco que me quieran la mitad de lo que nos quisimos. Una boca que me cure las grietas que dejaste en mis labios.Busco a alguien que me ayude a olvidarte o al menos a pensarte un poco menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario