martes, 28 de mayo de 2013

Es preciosa ; con peros, tragos de más, vestidos de terciopelo y los ojos bien abiertos.En mis años de conquistador de mujeres demasiado cobardes para quererse a ellas mismas o demasiado valientes para dejar que los demás las quieran, nunca he conocido a nadie como ella. Le encanta la música hortera de los años 80, odia las tormentas de verano pero no puede dormir sin un cuento de buenas noches sobre princesas que salvan a dragones.Es lo inverso, o lo opuesto a las cosas bonitas del mundo. Es caos y desorden en estado puro ; un desastre maravilloso.Los ojos la delatan siempre, como puertas a sitios que ella se niega a mostrar y que todos somos capaces de ver con solo sentirla. Su pelo suele enredarse con el viento y juega al escondite con mis sonrisa. Normalmente no me dejo intimidar por sus formas ni por su odio hacia el chocolate caliente. Es una loca en un mundo de cuerdos, hasta  que todo el mundo intente convertirla en algo simple, porque ya nadie aprecia lo complejo. Por eso asusta, y eso le encanta. Adora como se enreda el vestido largo de flores a su alrededor, o como las miradas de los desconocidos se posan en ella casi sin querer. Le encanta reírse de los chistes que no entiende, y casi nunca juega a  ahorcado porque le da medo ser ella la que se ahogue.  Pero sobre todo es mágica, en todo lo que hace. Incluso la música que escucha y los libros que lee echan chispas si es ella la que los toca.

Siempre fui un buen escritor enviada y durante un tiempo pensé que Nat era la mujer de mi vida. Que por fin había encontrado a mi alma gemela.Incluso ella pensó que me había cazado o que me había enamorado, que por aquella época era lo mismo para mi. Que equivocado estaba Eve, o como me hiciste cambiar. Cuando llegaste tú todas esas palabras me parecieron vacías.Quería retirar todos los te quieros que había dicho a lo largo de mis noches de sexo en otras camas, perdido en otros cuerpos. Ni si quiera podía tocarte y ya me sentía más atado a ti que a nadie que jamás hubiera conocido. Y Natalie, ella que había sido el centro de mi mundo dejó de merecerse mis miradas, dejó de impresionarme con sus enormes ojos y sus vestidos de terciopelo. De pronto todo lo que había hecho que me enamorara de ella comenzó a molestarme; verla sonreír me daba arcadas y su música me parecía patética. Sin embargo cuando te miré, comprendí de repente, que aquello a lo que había llamado amor solo era un reflejo. Supongo que cuando la encuentras lo sabes, a la persona que será la última. Al menos yo lo sentí. Te miré y quise protegerte, aunque claramente tú nunca quisiste que nadie te protegiera y menos yo.





Borraste todo aquello que me ataba a este mundo con solo mirarme, polvorilla.










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